sábado, 29 de septiembre de 2007

De prisiones y fugas, episodio piloto

Últimamente, y debido a este estado de reclusión quasi permanente al que estoy sometida, me estoy poniendo al día con mis tareas pendientes (intreprétense como tales libros, películas y series, lo de tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro lo dejo para un momento en que esté un pelín más lúcida en todos los sentidos), y una de ellas ha sido, como cualquiera que se haya atrevido a hablar conmigo durante más de 10 minutos en los últimos días sabe ya, Prison Break.

Es curioso lo de esta serie que, sin ser mi favorita (Lost sigue en cabeza, por el momento, que el mundo de las series es muy cambiante, y tan pronto se está arriba como abajo, así que no descarto que en un par de días, en cuanto me ponga al día con PB, ésta pase al primer lugar (cosa que dudo, pero bueno), o Héroes, si la segunda temporada se decide a arrancar emocionante y con coherencia (sobre esto también tengo mis dudas), o incluso puede que alguna nueva serie aun pendiente de descubrir nos sorprenda, who knows…), es la que me hace elucubrar acerca de más teorías, y no me refiero a teorías en plan qué significan los números, qué es el humo negro o si explotará o no NY (por poner un par de ejemplos que no espoileen más de la cuenta), no, son teorías más aplicables a la vida real (rayaduras mentales (¿o ralladuras mentales? nunca he tenido muy clara la ortografía de esta palabra, yo diría que es con ‘y’, pero no pondría la mano en el fuego) también podrían llamarse, pero lo de teorías parece que suena más serio).

Creo que PB me inspira más que las otras series por dos razones. La primera es que es una serie más realista (vale, lo de meterse en la cárcel a propósito para rescatar a tu hermano injustamente condenado a muerte, y que luego te pase de todo, no es que sea una de esas cosas que todo el mundo vive antes de cumplir los 30, pero está más cerca de la realidad que una serie de naúfragos que caen en una isla desierta, que de desierta tiene el nombre, porque resulta estar llena de habitantes a cada cual más pintoresco (y sí, el oso polar el pobre es de lo más pacífico que campa por ahí, y eso que casi se come a alguno durante su breve aparición en escena), o que un grupo de gente que de la noche a la mañana descubre que tiene superpoderes (y yo me pregunto… ¿ninguno de ésos leyó jamás un comic de Marvel? ¿no conocían a la patrulla X, que les podía servir de inspiración? pero eso será tema de una reflexión posterior…)). La segunda razón es que es la serie que estoy viendo más del tirón y, sobre todo, con más tiempo libre alrededor, y eso favorece mucho la dispersión mental. De hecho, creo que el segundo motivo es bastante más poderoso que el primero, para qué nos vamos a engañar…

Y aquí está el resultado de ese tiempo de reflexión (aquí debería ir incluido un efecto sonoro de aplausos y gritos de emoción): De prisiones y fugas, primera parte (aka Por qué prefiero a Lincoln Burrows antes que a Michael Scofield). No gritéis indignados, que todo tiene su explicación…

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