jueves, 13 de noviembre de 2008

ajedrez


Aprovecho esta viñeta que le he mangao a mi amiga la baldosa (sorry, es que me hizo mucha gracia en su día, y quería compartirla por ahí) para una más de mis reflexiones absurdas... (lo sé, lo sé, pero es que paso mucho tiempo en el coche, la radio me aburre, y me da por pensar...).

La vida es como el ajedrez, pero en chungo.
Y no sólo por lo que dijo alguien de que en el amor se gana o se pierde, pero al menos en el ajedrez nos quedan las tablas. No, lo más difícil es llegar a descubrir el objetivo de los demás.
En ajedrez, sabes que tu contrincante tiene como objetivo tu rey, y tú el suyo, y por tanto es más fácil intentar pensar jugadas y posibles respuestas (fácil, fácil no es que sea, pero al menos hay una lógica a la que aferrarse, a nadie se le va a ocurrir que el objetivo de algún loco al jugar al ajedrez sea tener 10 caballos en el tablero, y claro, a la que le comas un peón, lo has destrozado para los restos), pero en la vida real... ¿Tú cómo sabes qué es lo que pretende el otro? En algunos casos es fácil, pero en otros... telita (y no sólo porque la gente sea críptica, que también, sino porque muchas veces los distintos puntos de vista que podemos tener acerca de un mismo tema nos hace incapaces de plantearnos siquiera que alguien pueda pensar de otra manera).
Claro que para esos momentos de rayada extrema siempre nos quedará la opción de jugar al toque, sin pensarselo demasiado, si total... para lo que va a servir...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

eso u olvidarse de lo que quiere el otro y francamente pensar en lo que uno quiere, no por egoísmo sino porque es más fácil y más limpio

s

mar dijo...

sí, bueno, pero en lo que queremos muchas veces hay implicadas otras personas, de ahí la dificultad y mi rayada...